30 de junho de 2011

PALAVRA DO SENHOR PARA O DIA DE HOJE






Animémonos a leer La Palabra de Vida Eterna dejando el mundo para el bien de nuestras almas.

13º Semana del Tiempo Ordinario 30 de Junio de 2011
Liturgia de las Horas: 1ra. Semana del Salterio

Color: Verde

Santoral
• Santos Protomártires de la Santa Iglesia Romana

• Martirologio y efemérides latinoamericanos: 30.6.1978: Hermógenes López, párroco, fundador de la Acción Católica Rural, mártir de los campesinos guatemaltecos.
30.6.1975: Dionisio Frías, líder campesino, mártir de las luchas por la tierra en República Dominicana.


Lecturas de la liturgia

Génesis 22, 1-19 / Mateo 9, 1-8
Salmo Responsorial: Sal 114, 1-6. 8-9
R/. "Caminaré en la presencia del Señor"
• Primera Lectura: Génesis 22, 1-19
"El sacrificio de nuestro patriarca Abraham"
En aquel tiempo, Dios le puso una prueba a Abraham y le dijo:
«¡Abraham, Abraham!»
El respondió:
«Aquí estoy».
Y Dios le dijo:
«Toma a tu hijo único, Isaac, a quien tanto amas; vete a la región de Moria y ofrécemelo en sacrificio, en la montaña que yo te indicaré».
Abraham madrugó, preparó su burro, tomó consigo a dos de sus criados y a su hijo Isaac; partió leña para el sacrificio y se encaminó al lugar que Dios le había indicado. Al tercer día divisó a lo lejos el lugar. Entonces dijo a sus criados:
«Permanezcan aquí con el burro; yo iré con el muchacho allá arriba para adorar a Dios y después regresaremos».
Abraham tomó la leña para el sacrificio, se la cargó a su hijo Isaac y tomó en su mano el fuego y el cuchillo. Los dos caminaban juntos. Isaac dijo a su padre Abraham:
«Padre».
El respondió:
«¿Qué quieres, hijo?»
Isaac preguntó:
«Ya tenemos fuego y leña, pero, ¿dónde está el cordero para el sacrificio?»
Abraham le respondió:
«Dios nos dará el cordero para el sacrificio, hijo mío».
Y continuaron caminando juntos. Cuando llegaron al sitio que Dios le había señalado, Abrahán levantó un altar y acomodó la leña. Luego ató a su hijo Isaac, lo puso sobre el altar, encima de la leña, y tomó el cuchillo para degollarlo. Pero el ángel del Señor lo llamó desde el cielo y le dijo:
«¡Abraham, Abraham!»
El respondió:
«Aquí estoy».
El ángel le dijo:
«No descargues la mano contra tu hijo, ni le hagas daño. Ya veo que obedeces a Dios, porque no le has negado a tu hijo único».
Abraham levantó los ojos y vio un carnero, enredado por los cuernos en un matorral. Atrapó el carnero y lo ofreció en sacrificio, en lugar de su hijo. Abraham puso por nombre a aquel lugar el nombre de “El Señor provee”, y por eso todavía hoy se llama “La montaña del Señor provee”.
El ángel del Señor volvió a llamar desde el cielo a Abraham y le dijo:
«Juro por mí mismo, palabra del Señor, que por haber hecho esto y no haberme negado a tu único hijo, yo te bendeciré y multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo y las arenas del mar. Tus descendientes conquistarán las ciudades de sus enemigos. En tu descendencia serán bendecidos todos los pueblos de la tierra, porque obedeciste a mis palabras».
Abraham volvió a donde estaban sus criados y juntos se pusieron en camino hacia Bersebá. Y Abrahán se quedó a vivir allí.

• Salmo Responsorial: 114
"Nuestro Dios es compasivo."
Amo al Señor porque escucha el clamor de mi plegaria, porque me prestó atención cuando mi voz lo llamaba.
R. Nuestro Dios es compasivo.

Redes de angustia y de muerte me alcanzaron y me ahogaban. Entonces rogué al Señor que la vida me salvara.
R. Nuestro Dios es compasivo.

El Señor es bueno y justo, nuestro Dios es compasivo. A mí, débil, me salvó y protege a los sencillos.
R. Nuestro Dios es compasivo.

Mi alma libró de la muerte, del llanto los ojos míos, y ha evitado que mis pies tropiecen por el camino. Caminaré ante al Señor por la tierra de los vivos.
R. Nuestro Dios es compasivo.


• Evangelio: Mateo 9, 1-8
"La gente glorificó a Dios, que había dado tanto poder a los hombres"
En aquel tiempo, Jesús subió de nuevo a la barca, pasó a la otra orilla del lago y llegó a Cafarnaún, su ciudad.
En esto, trajeron a donde él estaba a un paralítico postrado en una camilla. Viendo Jesús la fe de aquellos hombres, le dijo al paralítico:
«Ten confianza, hijo; se te perdonan tus pecados».
Al oír esto, algunos escribas pensaron:
«Este hombre está blasfemando».
Pero Jesús, conociendo sus pensamientos, les dijo:
«¿Por qué piensan mal en sus corazones? ¿Qué es más fácil: decir “Se te perdonan tus pecados”, o decir “Levántate y anda?” Pues para que sepan que el Hijo del hombre tiene poder en la tierra para perdonar los pecados –le dijo entonces al paralítico–: Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa».
El se levantó y se fue a su casa. Al ver esto, la gente se llenó de temor y glorificó a Dios, que había dado tanto poder a los hombres.


Reflexión:
Abrahán obedece, no titubea si quiera, en él no hay nada que valga si solo llega a él La Palabra de Dios. Es la obediencia y luego la fe; pues, en la primera se asienta la virtud del Espíritu Santo y en cual hábitat se reposan las demás virtudes. Efectivamente, la obediencia hace al hombre dócil, humilde en el corazón y lo predispone a todo cuanto sea necesario para el bien de su alma y mayor gloria de Dios. Es así que Abrahán hace todo cuanto es necesario, lleva a criados para que puedan ir a manera de procesión al sacrificio de su hijo único, una procesión de dolor; pues, lo iba a sacrificar por amor a Dios, de esto solo conocemos éste ejemplo en la historia, que un padre done a su hijo y que sea él mismo quien lo sacrifique, por ello la fortaleza, es la virtud que acompaña a Abrahán para que pueda hacer cuanto Dios quiere; pues, esta virtud está muy unida a la obediencia, ya que si eres obediente puedes tener fortaleza, porque si no tienes esto último, desobedeces, y así no se cumple lo que Dios quiere; del mismo modo ¿cómo se puede tener fortaleza de lo que no se ha obedecido; es decir, en que puede ser fuerte el hombre, si no hay de qué hacerlo, pues no hay materia para hacerlo, es decir no hay motivo de nada, porque no se ha obedecido lo pedido, y si no se ha obedecido lo pedido, en consecuencia no hay en qué afanarse para obedecer, no hay materia para hacerlo. Del mismo modo que el atleta nada carga si no ha obedecido en la alimentación de nutrientes que le den la fortaleza para cargar lo dispuesto.

Es así hermanos que es muy necesario que nos alimentemos en las oraciones y en la vida penitencial para pedir esta primera, muy necesaria y gran virtud de la obediencia, para que las demás virtudes, dones y sus frutos puedan extenderse por doquier. La obediencia, es la base fortísima en donde descansan las demás, donde El Espíritu Santo ve con agrado donde reposar, como lo hizo María, como lo hizo Jesús.

En efecto, Dios se compadece del obediente y humilde, por ello el Salmo 114 invita a la plegaria: «El Señor es bueno y justo, nuestro Dios es compasivo. A mí, débil, me salvó y protege a los sencillos. Nuestro Dios es compasivo»… El salmo aprecia en el bueno y justo; porque el bueno es obediente, y el justo lo propio. Así La Liturgia siempre se complementa de manera Providencial Divina, porque hace mención de todo cuanto Dios quiere que sepamos y armemos Sus mensajes. El hombre se reconoce débil y a Dios Fortísimo y Misericordioso, por ello dice: « A mí, débil, me salvó y protege a los sencillos. Nuestro Dios es compasivo»…

Así mismo, El Señor Jesús, se muestra compasivo, por quien mostró obediencia de llegar hasta ahí, obediente a su fe de creer que El Señor lo salvaría. Para ello, El Señor Jesús, cruza el lago en una barca y llega a Su Ciudad Cafarnaún. Esto tiene un significado que dice: Estoy llegando a Mi Origen; es decir, de donde vengo, desde La Santísima Trinidad, para manifestar lo que ningún hombre ha dicho en la historia de la humanidad: «Tus pecados te son perdonados»… Es así que Dios Misericordioso y humildísimo hace ver Su gran Amor, Siendo humilde primero; pues, no dice: Te perdono tus pecados; si no, «Tus pecados te son perdonados»… Entiéndase en esto último que habla tácitamente, es decir, que se sobreentiende, porque en ello manifiesta que no Es solo Él el que perdona, sino, que Es Dios Uno y Trino. En efecto, no es solamente la naturaleza humana, ni solo La Segunda Persona de La Santísima Trinidad; es decir, El Hijo. Quien Perdona; sino, que perdona Dios, y sabemos que Dios Es Uno y Trino.

Además, El Señor Jesús manifiesta la necesidad del hombre en que se muestre solícito a la voluntad de Dios, porque dice: «Ten confianza, hijo»… Él, Jesucristo nuestro Señor, trata al hombre como a Su Hijo, también Es Padre para nosotros, y quiere lo mejor para nosotros, y arenga al paralítico, es el soplo del Espíritu Santo que ayuda al hombre para que pueda salvarse y el hombre obedece y tiene fe de que lo logrará.

Así; pues, queridos hermanos, ejercitémonos en la obediencia para ganar los dones y virtudes del Espíritu Santo y así seamos solícitos con El Señor Jesús que tanto le costó nuestra salvación, porque pendía de un madero donde El Padre lo colocó por pura misericordia.

V: Ave María Purísima





Daniel Cueva Casanova

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